domingo, 20 de febrero de 2011

Sobre cómo un niño por divertirse pateó la cabeza a mi padre

El pasado viernes sobre las 9 de la noche Juan se dirigía a su casa como un día cualquiera después de llevar todo el día trabajando, ese día además era el cumpleaños de su hija y tenía muchas ganas de llegar a casa. Iba cruzando la plaza de las Cadenas, cuando oye que le llaman, se gira y ve a un grupito de niños, al principio no les hace caso, pero estos insisten, a lo mejor quieren preguntarme algo piensa y se dirige a ellos, cuando llega y les pregunta que quieren, uno de ellos le da un puñetazo, que tira a Juan al suelo y que deja semiconsciente, pues al caer se golpea con fuerza la cabeza contra el suelo de mármol de la plaza, de la plaza donde él había visto a sus hijos correr y crecer jugando, de la plaza donde él mismo se había raspado las rodillas de niño, donde había pasado su juventud, de la plaza donde ahora estaba tirado inconsciente mientras un niño de unos 18 años le patea ahora la cabeza, solo para divertirse, tan sólo para demostrar a sus amiguitos que es muy machote, ¿te duele, eh?, le dice mientras se sonríe, muy orgulloso de lo que está haciendo, después él y sus amigotes salen corriendo y huyen, no sea que Juan recobre el sentido. Tan sólo se quedaron dos de sus amigos para ayudarle, ¿por qué lo hicieron? Quizás, porque conocieron al hombre ahora desplomados en el suelo como su vecino, como el padre de la chica que iba a su colegio, como el carpintero que había puesto las puertas en su casa, como el hombre que había hecho un favor a su familia.
Este relato podría ser un cuento, una ficción, y cuanto quisiera que lo fuera, pero desgraciadamente es real. gracias a Dios Juan, mi padre, se llevo un buen golpe en la cabeza que podía haber sido más grave, su mujer no pudo dormir en toda la noche, a su hija la dio un “pequeño” ataque de ansiedad, su madre se llevó un buen disgusto… todo esto tan sólo porque un niñato coreado y animado por sus amigos decidió divertirse ese día de esa manera.
Estas cosas las ves en la televisión, en los noticiarios, en los programas de sucesos, y piensas que no te van a pasar a ti, pero creedme cuando digo que os podía haber pasado a cualquiera, a cualquier vecino de Illescas que se hubiera cruzado esa tarde con este niño, también puede ser que esa persona fuese vuestro padre, abuelo, hermano, hijo. También, puede ser que vuestros hijos, hermanos, fuesen los que le coreaban, los que le dieron al cobarde el valor para hacerlo, incluso puede que esté leyendo esto el padre o la madre del que agredió al mío, quizá lo este leyendo él mismo.
Tan sólo quiero decir que a mi padre pudo haberle pasado algo más grave, es posible si se hubiese dado un mal golpe ya no estuviera aquí conmigo, o si al niñato que le golpeo le hubiese dado por seguir cebándose con él. Y me pregunto en qué ha fallado la sociedad para que existan personas así, personas que agreden a otras para divertirse, en que ha fallado su educación. También me pregunto cómo personas así andan sueltas por la calle, porque sí se le ha puesto una denuncia, pero sinceramente apenas confío en la justicia. Por eso este es unos de los motivos por lo que he escrito esto, porque confió más en la justicia del pueblo, de la buena gente y de las personas sensatas, que se que se horrorizaran al leer esto, que sé que sentirán pena e incluso asco ante este tipo de individuos, porque es lo que sentí yo cuando supe quien eras y te tuve enfrente. En un principio, pensé que cuando te tuviera delante te mataría, te haría daño, pero cuando te vi no pude hacerlo, tan sólo sentí pena de que hubiera gente así. No pude hacerlo porque no soy como tú, hay personas que no aprueban la violencia.
Otro motivo, de estar escribiendo esto es porque aunque la gente como tú no lo sepas hay cosas que duelen más que un puñetazo, que cualquier patada en la cabeza, porque con la palabra se puede hacer tanto o incluso más daño que con la violencia. Y porque aunque nunca se os haya pasado por la cabeza la palabra también mata.
Por último, tan sólo quería aconsejar algo a quien dejó inconsciente a mi padre en el suelo, a quien le pateó la cabeza, a quien se rio de el cuándo lo hacía, puede que algún día “te la lleves tú”.

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